Portador Anónimo
La cronología dicta que se detectó el primer caso de COVID-19 el día 25 de noviembre de 2019, un evento que cambiaría nuestra percepción de la existencia y la fragilidad de la vida humana. Una alienación de la identidad humana, acompañada de una desconexión emocional y existencial, generó la fragmentación de un mundo globalizado. La pérdida de autonomía nos despojó de nuestras singularidades al desconectarnos detrás de una mascarilla.
El rostro es una expresión directa de nuestra humanidad, una vía por la cual reconocemos al otro como sujeto, un símbolo de la esencia del individuo, una ventana al interior del ser humano. Sin esta conexión, se provocó una sensación de fragmentación y disolución: una ruptura que evoca la imposibilidad de reflejarse ante el mundo. La falta de contacto físico y visual nos adentró en un mundo de aislamiento, transformando las conexiones humanas en interacciones superficiales y convirtiendo la vida en un espectáculo de apariencias que aumentó la polarización.
La levedad de una niebla envolvía una sensación de vulnerabilidad intermitente y de hiperrealidad mediática. La identidad se construye en el reconocimiento del otro. El anonimato a plena vista generó una sensación de desconexión con uno mismo, despertando la determinación de recuperar una conexión con la propia esencia.
The timeline says the first case of COVID-19 was detected on November 25, 2019, an event that would change the way we see existence and the fragility of human life. A kind of alienation of human identity, along with an emotional and existential disconnection, led to the fragmentation of a globalized world. The loss of autonomy stripped us of our uniqueness as we disconnected behind a mask.
The face is a direct expression of our humanity, a way we recognize others as individuals, a symbol of the essence of a person, a window to the inside of the human being. Without this connection, it created a sense of fragmentation and dissolution: a break that makes it feel impossible to reflect ourselves in the world. The lack of physical and visual contact threw us into a world of isolation, turning human connections into shallow interactions and making life a show of appearances that increased polarization.
The lightness of a fog wrapped up a sense of intermittent vulnerability and media hyperreality. Identity is built on the recognition of others. The anonymity in plain sight created a sense of disconnection from ourselves, sparking the determination to reconnect with our own essence.